Las emociones son parte de nuestra vida. Viven, palpitan y se respiran en cada hogar. Aunque están siempre presentes, no todas las personas las experimentamos con la misma intensidad o somos capaces de diferenciarlas. En todos los ámbitos pero especialmente en el entorno familiar, influyen de forma determinante en las relaciones y de acuerdo a cómo las gestionemos, pueden jugarnos a favor o en contra.